Somos un grupo de cristianos de la sierra de Madrid que nos reunimos en Alpedrete para adorar a Dios. Entre nosotros contamos con un grupo de músicos que toca varios instrumentos y vocalistas que nos ayudan a adorar a Dios con cánticos. Los niños forman una parte importante de nuestra congregación. Por esto tenemos clases bíblicas para ellos los domingos, escuela bíblica de verano, participamos en las Olimpiadas Evangélicas y proveemos otras actividades para ayudarles en su desarrollo espiritual.

Como cristianos, estamos convencidos de que Jesucristo no sólo vivió y murió en Palestina hace unos dos mil años, sino que como él mismo había dicho, resucitó y hoy está vivo para ofrecernos vida plena ahora y en la eternidad. Volverá de nuevo con poder y gloria como ha prometido.

Como cristianos evangélicos, buscamos en los Evangelios la fuente donde beber e intentar vivir un cristianismo genuino. Y no solamente los Evangelios, sino toda la Palabra de Dios (es decir, la Biblia) es nuestra guía y autoridad para la fe y la vida. Algunos nos llaman "evangelistas", otros "protestantes", pero lo cierto es que nuestra esperanza está en Jesús, nuestro Señor y Salvador.

Como personas que vivimos en la sociedad del siglo XXI, entendemos el cristianismo como una relación, más que como una religión: una relación con Dios y con las personas que nos rodean.

Como congregación nos llamamos Iglesia Cristiana Evangélica "Roca Eterna" de Alpedrete. Hemos elegido "Roca Eterna" porque refleja que Jesús es la roca inamovible de nuestra fe y de nuestra salvación y porque nos recuerda la tradición de piedra y cantera de nuestro pueblo, Alpedrete.

Creemos que Dios es el Creador del universo, de la vida y del ser humano.

Creemos que Dios mismo tomó forma humana hace unos dos mil años en la tierra de Israel, naciendo de una mujer judía virgen y le llamaban "Hijo de Dios".

Creemos que Jesucristo, el Hijo de Dios, además de enseñarnos cómo es Dios y darnos buen ejemplo, vino con el claro objetivo de entregar su vida y recibir el castigo de nuestra rebeldía contra Dios, abriéndonos de esta forma la puerta a nuestra reconciliación con Dios.

Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. (Juan 3:16-17)